Entre la identidad personal y la identidad social
La semana pasada asistí a un seminario cuyo contenido tenía como centro el marketing asociativo y colegial completando la primera parte a la que asistí en el mes de abril.
Un vez más, de la mano de Valeríe Guillote, socia directora del Club de Ejecutivos de Asociaciones Korazza, asociación que engloba a los integrantes de alto nivel de las asociaciones en España.
Se trataron, entre otras materias, las técnicas, estrategias y pasos más efectivos para la captación y fidelización. Surgieron y se expusieron una gran cantidad de ideas y planteamientos al hilo de su intervención, ya que Valerie suele invitar a participar, generando un ambiente cómodo y distendido.
¿Cuál es la principal dificultad con las que podemos encontrarnos a la hora de fidelizar a un cliente? En primer lugar, una asociación no fideliza extrictamente, es el propio cliente el que decide si quiere o no formar parte de un grupo, organización o asociación. Desde la asociación se pueden aportar soluciones, ofrecer medios o herramientas concretas, en beneficio del individuo o del grupo y que sin duda son de gran ayuda.
No podemos olvidar que la fidelidad, la lealtad o el compromiso, no son conceptos que estén de moda, sin embargo, la satisfacción o la nueva experiencia, resultan palabras con mayor atractivo. Es decir, pasamos de conceptos que invitan a la transparencia, estabilidad y durabilidad propias del compromiso, a otros que responden a la complacencia de necesidades temporales y la instantaneidad.
Pero, las modas pasan, y con ellas los intereses de los clientes y, por ende, las estrategias de fidelización. El departamento de marketing y/o comunicación ha de tener claro dos aspectos; por un lado, sus valores corporativos, parte inflexible. Valores con los que normalmente se siente identificado el cliente. Por otro lado, y el aspecto más flexible, son los servicios que ofrecen y estrategias que desarrollan. Éstos se han de amoldar y responder a las necesidades de los clientes con el fin de despertar su interés.
El cliente es, ante todo, una persona; no un número de teléfono, un correo electrónico o una cuota mensual. Por eso, tiene gran importancia y valor alcanzar el tratamiento personalizado que todos desearíamos para nosotros mismos.
El sentimiento de exclusividad junto con el de integración, el de encajar, aportar y obtener conocimiento, valor, experiencia de un grupo, desde mi punto de vista, son los elementos fundamentales para llegar a la meta deseada. Ambos han de ser conjugados adecuadamente. De esta manera surge el encuentro entre cliente y entidad, es decir, se alcanza el sentimiento de pertenencia.
Y es que se ha de saber armonizar, aunque no sea fácil, desde una vertiente sociológica la identidad personal (la consideración del propio individuo) y la identidad social (la consideración que se tiene del individuo pero desde el grupo).
El cliente ha de plantearse qué intereses tiene como individuo y qué grupo logra que pueda potenciarlos, satisfacerlos o enriquecerlos. La organización ha de plantearse cómo satisfacer e involucrar al individuo de forma particular y colectiva.
Se trata de aportar valor al individuo, pero desde el grupo. Tarea que, aún no siendo sencilla, es tremendamente estimulante.
Se trata de aportar valor al individuo, pero desde el grupo. Tarea que, aún no siendo sencilla, es tremendamente estimulante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario