lunes, 14 de noviembre de 2011

Cómo gestionar el tiempo

Me contaba una amiga hace tiempo el modo de gestionar el tiempo de una manera tan gráfica que cada vez que pienso cómo debería organizar el día, inevitablemente un enorme jarrón de cristal se me viene a la memoria.

Hoy quiero compartir contigo la historia que me contaron esperando que te sea útil. Le voy a dar mi toque personal al contexto de la historia, pero el resultado, la conclusión, va a ser fiel a la que escuché en origen.

- Hoy vamos a hablar de la gestión del tiempo- explicó al entrar en clase un profesor de universidad mientras se situaba tras la mesa que presidía el aula.
En esta ocasión llevaba algo entre las manos distinto al maletín que habitualmente le acompañaba. Se trataba de un jarrón de cristal de un tamaño comparable  al diámetro que uno realiza al tomar una postura de bailarina. Brazos curvados de manera simétrica a la altura del pecho hasta que los dedos de ambas manos lleguen a rozarse.
El jarrón de cristal hará las veces de reloj. Será la representación tangible de las horas que tiene el día.
- Les voy a explicar cómo gestionar le tiempo de manera efectiva gráficamente- continuó el profesor.
Seguidamente introdujo un montón de piedras de diversos tamaños no inferiores a un puño en el interior del recipiente hasta verlo completamente lleno.
-¿Entra algo más?- les preguntó.
-¡No!- Respondieron los alumnos inquietos por conocer el siguiente paso que daría el profesor.
Tomó entonces algo situado bajo la mesa y comenzó a verter el contenido en el jarrón. Se trataba de piedrecillas de un tamaño no superior al de una uña. Una vez vaciado el contenido volvió a preguntar.
- ¿Consideran ustedes que entra algo más?
La respuesta negativa de un porcentaje de los alumnos sonó esta vez insegura. Otro tanto se mantuvo callado observando la reacción del profesor.
- Muy bien- les dijo y repitiendo lo pasos anteriores, tomó otro recipiente situado bajo la mesa y distribuyó su contenido en el interior de la vasija. Unos gramos de finísima arena fueron cayendo lentamente haciéndose hueco entre los diminutos espacios que quedaban entre piedra y piedra.
Levantó la vista a su público y observando su reacción de sorpresa les volvió a interpelar mientras frotaba sus manos satisfecho.
- ¿Y ahora señores, cabe algo más?
La combinación de piedras de diferentes colores y tamaños con la arena, invitó a una respuesta común, contundente.
- Ya no cabe nada más- respondieron seguros.
Una vez más, el profesor se inclinó y tomó de debajo de la mesa otro recipiente de cristal, en esta ocasión, el contenido era agua. Entonces, con mucho cuidado y con un movimiento pendular vertió lentamente el líquido sobre el jarrón.
- Muy bien señores, parece que ya no entra nada más.  Ahora mi pregunta es la siguiente, ¿qué tiene que ver esto que acaban de ver con la gestión del tiempo?
Los alumnos compartían en voz alta las conclusiones a las que habían llegado.
- ¡Aunque parezca que tu día está completo, siempre cabe algo más!.
- ¡Da tiempo a todo cuando uno selecciona las actividades por materias!
- ¡Hay que ser ordenado para que todo quepa a lo largo del día!.
El profesor escuchó sonriente a los alumnos.
- Señores, lo que he pretendido transmitirles con este explicación gráfica es lo siguiente: Cuando están claras las prioridades el resto cabe.

Para gestionar bien el tiempo hay que tratar de evitar liarse con las pequeñas tareas diarias que nos ocupan tanto tiempo. Toda actividad requiere tiempo, a veces todo parece fundamental. Sin embargo, cuando se da prioridad a lo importante, lo accesorio ocupa naturalmente el lugar que le corresponde, y de esta manera, el orden de las tareas diarias se simplifica.

                FIN


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