No hace muchos años, cuando uno iba a la consulta de su médico de confianza, el profesional de la medicina, en no demasiado tiempo, podía valerse de la observación para determinar un diagnóstico. Y es que la forma de caminar del paciente, el color, manchas o textura de la piel, la forma de los lunares, el color de las uñas, el ritmo de los movimientos, eran datos que tenían gran valor, y en los que el doctor se apoyaba para poder acercarse o alejarse a los síntomas.…¡Vamos! que prácticamente, entrar en la consulta era para el paciente un ejercicio de expresión y para el profesional un ejercicio de observación, psicología y conocimiento previo.
Tener como referencia gestos y movimientos de alguien que decía no sentirse bien, a pocos metros de distancia, era y es un elemento de provecho, que si el experto es capaz de interpretar adecuadamente, aporta gran información.
El doctor argentino en Ciencias de la Comunicación Social y experto en Comunicación no verbal, Sergio Rulicki, defiende que un médico de atención primaria puede apoyarse en la comunicación no verbal procedente del paciente para determinar un diagnóstico. Pues al conocer sus gestos y estar familiarizado con el significado de estos, podría ayudarle a diferenciar las emociones que está experimentando y, de esta forma, determinar el diagnóstico de una forma más acertada.
La telemedicina, como disciplina científica a caballo entre la tecnología y la medicina, se apunta ahora al carro de la inmediatez, de la agilidad del proceso, de la segunda opinión y el trabajo en equipo.
Y ahora, la medicina tradicional y la telemedicina, parece que pueden verse reñidas.
Hacer uso de las tecnologías informáticas y de telecomunicación, además de la telefonía móvil, internet, videoconferencia y comunicación por satélite, genera grandes ventajas como el intercambio y circulación de pruebas, permitiendo contar con opiniones de otros profesionales de forma inmediata, agilizar el tiempo para determinar un diagnostico, facilitar el acceso a la medicina a personas o grupos que se encuentran aisladas o tienen dificultades de acceso, también acercar la medicina a situaciones de emergencia o catástrofes…
Lo relevante de toda esta situación en la que parece que lo viejo tiene que dejar paso a lo nuevo, de esta gran revolución de la tecnología, es apostar siempre por la convivencia del tratamiento directo, personalizado y humano con el paciente, junto con las mejores y más eficientes tecnologías y que el profesional no delegue competencias que sólo tiene capacidad de hacer el ser humano, en una máquina.
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