Las palabras son una representación de la información que nuestro cerebro procesa y desea compartir con otras personas.
Aunque sea probablemente la actividad que más hacemos, no es la que mejor dominamos. Nos sobra práctica, la carencia se encuentra en el método. La mayoría de los seres humanos sabemos emitir sonidos, como los perros o los pollos, pero no todos sabemos hablar eficazmente.
Aunque sea probablemente la actividad que más hacemos, no es la que mejor dominamos. Nos sobra práctica, la carencia se encuentra en el método. La mayoría de los seres humanos sabemos emitir sonidos, como los perros o los pollos, pero no todos sabemos hablar eficazmente.
Nadie nos ha enseñado, hemos sido autodidactas, hemos aprendido a emitir sonidos a base de repetición y corrección, y le hemos otorgado un significado a las palabras concluyendo cuáles se han de emplear de manera adecuada atendiendo a las circunstancias.
Sin embargo, pocas personas saben “hablar siempre con eficacia”.
Seguro que te has encontrado en decenas de ocasiones en medio de “conversaciones” interminables encabezadas por un par de compañeros que desconocen el significado de las palabras “no al monopolio verbal”, otras en las que la monotonía del interlocutor obliga a uno a repetirse interiormente “mantente despierto”. Habrás llegado a estar inmersa en conversaciones dónde la combinación de palabras apenas son comprensibles y cuyo nivel de abstracción y especialización parecen no recogerlo ningún diccionario de lengua castellana. Hay situaciones en las que la velocidad y limitada pronunciación del emisor es tal que obliga al receptor avergonzado a asentir y sonreír sin haber entendido palabra alguna.
Sin embargo, pocas personas saben “hablar siempre con eficacia”.
Seguro que te has encontrado en decenas de ocasiones en medio de “conversaciones” interminables encabezadas por un par de compañeros que desconocen el significado de las palabras “no al monopolio verbal”, otras en las que la monotonía del interlocutor obliga a uno a repetirse interiormente “mantente despierto”. Habrás llegado a estar inmersa en conversaciones dónde la combinación de palabras apenas son comprensibles y cuyo nivel de abstracción y especialización parecen no recogerlo ningún diccionario de lengua castellana. Hay situaciones en las que la velocidad y limitada pronunciación del emisor es tal que obliga al receptor avergonzado a asentir y sonreír sin haber entendido palabra alguna.
Pocas personas saben hablar eficazmente. Pocas personas saben transmitir un mensaje de manera clara, concisa y directa: empleando el tiempo adecuado, evitando distraer con palabras grandilocuentes, comentarios aleatorios o gestos desmesurados.
D. Ángel Lafuente Zorrilla, Director del Instituto de Técnicas verbales impartió a un grupo de unas 300 personas hace unos días en curso titulado “Hablar siempre con eficacia”.
Salvando las distancias, y aunque este post es un escueto comentario de todo lo aprendido, quería compartir contigo las “Reglas de oro de la palabra hablada” según el Profesor Lafuente Zorrilla.
1ª. Nunca la palabra antes que el pensamiento: Reflexiona mentalmente o escribe aquello de lo que deseas hablar antes de emitir sonido alguno por tu boca. Para transmitir un mensaje, el primero que ha de tenerlo claro es el emisor.
2ª. No interrumpir la frase o idea: Al día nos asaltan cientos de ideas. No permitas que sean verbalizadas cuando has elegido un tema concreto. Puedes tener la tentación de hacer comentarios ajenos al hilo conductor. Evítalos o confundirás a tu receptor. Él no sabe lo que tienes en la cabeza, sólo lo que le dices.
3ª. Frase breve: Si se puede decir algo en pocas palabras, ¿Por qué añadir comentarios inconexos o vocabulario rebuscados que no hacen más que turbar al receptor? Cuanto más breve y sencilla sea la frase, mejor. Mira twitter, ejemplo de mensaje breve y claro.
4ª. Mirada interpelante: Trata de evitar mirar a los zapatos, el pelo, las manos, los labios del receptor mientras mantienes una conversación. Los ojos de tu interlocutor son el lugar de reposo de los tuyos.
5ª. Gesto libre: Acompaña las palabras con gestos, si así lo deseas, pero evita en todo momento la rigidez o acabará diciendo más tu estatismo que tud palabras. No somos estatuas de hielo.
6ª. Silencios: Cuan importante son los silencios para acompañar sentimientos, planteamientos, invitar a la reflexión. Un silencio bien empleado, puede comunicar más que un mensaje bien definido. Que no te de miedo dejar espacios sin sonido.
7ª. Velocidad posible y adecuada: La velocidad del mensaje y los descansos entre palabras no son los mismos cuando se pretende enfatizar determinados aspectos o pasar discretamente por otras. Evalúa tu velocidad y adáptala a la persona con la que interactúas.
Ahora sólo queda seguir cada uno de los puntos mencionados. Si al tratar de ponerlos en práctica te sientes incómodo. !Enhorabuena, vas por buen camino¡
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